Los amores perdidos
Miguel de León
Ed. PLaza & Janés
608 págs.

Los amores perdidos es la historia de los jóvenes Arturo Quíner y Alejandra Minéo, de su relación imposible y de lo que tuvieron que sacrificar por ella. Y de dos familias, los Quíner y los Bernal, enemigas eternas. Y es también la historia de un pueblo canario, El Terrero, de héroes anónimos y caciques ambiciosos, donde las pasiones son arrebatadas, los secretos se desvelan entre susurros y las venganzas se cobran con sangre.Los amores perdidos es el poderío de Dolores Bernal, la matriarca despótica que controla el pueblo con mano de hierro; la bondad de Alfonso Santos, el honorable y firme médico que conoce el punto débil de todos sus vecinos; el valor de Rita Cortés, la chica rebelde y excesiva, que huye a la Península para encontrar algo muy diferente a lo que esperaba; o la tenacidad de Ismael Quíner, el noble enamorado que lo ofrecerá todo por la supervivencia de su estirpe.Los amores perdidos es un épico y colosal tapiz tejido con estas y otras muchas historias, que afectarán a la pasión de Arturo y Alejandra a lo largo de los años y que les llevará del Terrero a Nueva York, del enamoramiento al desencanto, de la separación al reencuentro para finalmente enfrentarse a un destino incierto.
No tenía pensado leer esta novela, pero me la recomendaron explícitamente,
me aventuré a ello, y gracias a dios que le hice caso y ¡no me he perdido un
novelón! Los amores perdidos.
Novelón. A secas, así empezaría mi reseña. Es una novela
para saborear lenta, disfrutarla y luego lentamente darte cuenta del poso que
te deja dentro. Una historia con carácter, de verdad y que te deja sin habla. Una
historia que habla del amor, pero también de la libertad, de la memoria y de
los sinsabores de una vida.
Antes de comentar la novela quería hablar sobre su autor. Es un autor primerizo, pero que parece que ha escrito muchas más novelas. Un hombre de la calle, trabajador, que soñaba con escribir como su autor favorito: Gabriel García Márquez. Un autor que de pequeño leyó sin saberlo una obra suya sin portada ni título y así fue como empezó todo. La verdad es que tiene un futuro prometedor, me ha encantado cómo escribe de perfecto y lo bien que describe los sentimientos y cómo desentraña todo al final.
Los amores perdidos es una saga familiar y una novela coral
donde el nexo de unión será El Terrero, el pueblo canario donde todo confluirá.
El primer capítulo es pura acción y vértigo: conoceremos al protagonista Arturo
Quíner (sabemos que se casó con Alejandra Minéo cuando ésta solo tenía quince
años y que ahora años después le pide el divorcio), justo en ese momento
alguien intentará matarle tirándolo de las escaleras. Con esa tremenda escena
dará comienzo lo que será la historia de su familia. Ya en la posguerra, aunque
no sabemos muy bien en que año exactamente, conoceremos a la familia Quíner,
una pareja con su hijo Ismael trabajadora y sencilla; a la familia Bernal:
Dolores la señora que maneja su casa y al pueblo entero, Roberto su hijo un
homosexual inmaduro y María su hermana la única persona cuerda y buena de la
familia; al gran médico del pueblo Alfonso, Rita Cortés una chica de pueblo que
huyó buscando algo mejor justo antes de casarse con su novio o por último, la
buena de Candelaria y su hija Elvira.
Toda esta gente es solo una parte de lo que nos
encontraremos en el libro. Éste está estructurado en tres partes. Lo que he
citado anteriormente solo es la primera parte: la que nos cuenta la parte que
ocurre en la parte más dura de la dictadura: nos cuenta los tejemajes de la
gente importante y como se podía maniobrar para entorpecer a alguien que no te
gustaba. En la segunda y tercera parte nos cuenta ya la vida de Arturo y
Alejandra, cómo es su vida hasta el presente (que aunque no hay fechas exactas,
el presente ocurre durante los años 80) y el porqué de su boda y su posible
divorcio. Hay un antes y un después en la novela donde todo explota y todo
cambia: cuando aparece Jorge Maqueda. Este será el centro de venganza y
amargura de varias personas.
Es una lectura para saborear lentamente sin prisas,
saboreando cada detalle, cada escena. La narración del autor es impoluta, nos
describe perfectamente el ambiente en la dictadura: el miedo, la sinrazón, el
odio y también describe perfectamente lo que queda después de ella, la memoria
de los muertos, el amor a la familia y el canto a una libertad perdida. Es un
libro que me ha despertado sentimientos contradictorios. Me encanta leer
novelas sobre la guerra y la posguerra, conocer lo que pasaron ciertas
personas, el miedo y la tortura por hacer nada, solo porque alguien le caías
mal o habías visto algo que no debiste ver; y eso es mismo lo que más me duele,
conocer que todo esto no es solo ficción, es solo una parte de lo que se vivió
en una época no muy lejana. Además, en esta novela hay ese sentimiento a la
libertad, ese sueño que añoraron mucha gente, el amor a la familia, a tu amigo,
a tu hijo o a tu amada, el amor que queda tras la nada, y el amor a la memoria
de la gente que no está. Y lo que más me ha gustado es lo importante y
relevante que es la palabra no dicha, la palabra callada… los silencios que
creemos que serán lo mejor, pero que esos son los más amargos y duros y que los
recordaremos toda la vida. Pero lo mejor de todo es que no te deja con sabor
amargo, al contrario, conduce la historia hasta un momento difícil, pero bonito,
intenso, y sobre todo esperanzador e ilusionante.
En resumen, Los amores perdidos es una novela coral, familiar y grandiosa donde un pueblo será el centro de las historias, pasiones y odios. A pesar de ser ficción cuenta una de las posibles historias de años posteriores a la guerra en España: sus terribles personajes y sus asquerosas hazañas. Una primera novela perfectamente narrada, con realistas y soberbios personajes y una trama tremendamente fascinante y desgarradora. Una obra sublime, bella y admirable de un escritor que soñó miles de veces con una historia como la que ha creado. Si te gusta Gabriel García Márquez seguro que este libro te encandilará como a mi me ha pasado.
Gracias a la editorial por el ejemplar